martes, 29 de enero de 2013

EL CUENTO DE MI EXPERIENCIA PANARRA


¿A quién no le gusta el pan? Si ese "alguien" existe, debe de ser de otro planeta o de otra galaxia. 
A mí me parece un manjar. De hecho, ya veis que en muchísimas de mis recetas termino diciendo eso de... "toma pan y moja". Quizás hoy os voy a parecer una tonta, pero quiero contaros este cuento. 

Hace ya tiempo que andaba tentada con el pan. Al principio descubrí el Pan Milagro que Su nos enseñó a hacer en su fantástico blog. Un pan sencillo, sin ninguna complicación. Con la ayuda de la Thermomix y sin necesidad de esperar levados y sin esperar siquiera a calentar el horno. Recuerdo la primera vez que hice este pan. Me pareció que realmente tenía el nombre más apropiado que se le podía poner.... PAN MILAGRO, porque eso es lo que era, un milagro sencillo y sabroso. Tan fácil tener pan casero que ya no se podía renunciar a ello (fue uno de mis primeros e inexpertos post). 

Luego probé con la panera de Lékue, a hacer un pan sencillo que venía en su recetario. No tuve ningún éxito. Una masa fea y poco uniforme dio lugar a un pan sin vida ni fuste, más dura que un risco. Una pena, de tiempo... y de segundo intento. Nada. Descartado. 

Pero ahí quedó la cosa. Mi vida era tranquila hasta que llegó twitter a mí y empecé a ver las maravillas que hacía la gente con sus panes. Empecé a escuchar esa palabra que parecía hacer magia con ellos: MASA MADRE. Y a leer, ver, escuchar, meterte aquí y allá y , animada por unos cuantos, me lancé a la experiencia de preparar este ungüento que, dicen, es tan fácil y tan gratificante como cultivar una semilla o ver crecer algo tuyo... Por no más de un minuto al día. El primer paso hacia el pan definitivo. 

Os confieso la verdad: me hablaban de paciencia. Siempre la misma frase; "el pan necesita paciencia". Pero es muy difícil encontrar paciencia en el súper. La "harina de centeno integral de agricultura ecológica" fue facilísimo, pero "Paciencia" no había por ningún rincón para mí. Así que me fui sin uno de los principales ingredientes y claro, así no. No salió nada. Por más alimento que le ponía, por más empeño, aquello no vivía...  Subía y bajaba aún más rápidamente. Primer intento fallido. Masa madre a la basura. Y moral por los suelos....


Un mes más tarde, viendo uno de esos espectaculares panacos de algún panarra de renombre en la red, me volvió a picar el gusanillo... De verdad voy a ser tan inútil?? No puede ser... Esto no va a poder conmigo. Así que me lancé a tomármelo totalmente en serio. Me regalé el libro de Dan Lepard (HECHO A MANO), traducido por Iban Yarza, y comencé a empaparme paso a paso de sus lecciones. Preparé mi ungüento mágico siguiendo sus instrucciones y armándome de ese ingrediente secreto (paciencia, recordáis?). La cosa prometía. 



Comencé a ver cómo evolucionaba y esta vez, entendiendo el proceso. Sabiendo lo que se gestaba en mi bote; esa comilona que se dan hongos y bacterias haciendo que las levaduras generen un fermento natural que dará al pan ese sabor ácido y fantástico. Y mi MM (Masa Madre) nació, como por arte de magia. Era tan feliz, que cada vez que la alimentaba, en vez de retirar una parte, la guardaba en otro bote... por si acaso se moría alguna (Ya podía esperarme todo), así a lo tonto, me junté con tres o cuatro botes. Me encantaba llegar a casa y verlos borbotear... Buenos días mis niñas!! (como una tonta...).

Y así llegó el gran día: un domingo cualquiera dedicado enteramente a la gran labor de hacer un hermoso pan casero con mi querida MM. Bien tempranito, preparamos la masa. Mezcla de agua, sal, harina y esa niña de mis ojos. No podía salir mal... le había puesto el alma y esta vez, también la paciencia. Así que seguí las indicaciones del maestro Lepard y comencé a amasar... un poco por aquí y un poco por allí. Amasar y parar, amasar y parar.... toda la mañana pendiente del reloj. Pero algo no iba bien... No conseguía despegarme de las manos la masa, cada vez que la tocaba. Extrañada me preguntaba por qué mi masa no se veía ni remotamente parecida a la de su foto. ¿Qué estaba haciendo mal?. Pues, no se... pero esto no sube.... 3 horas, 6 horas, 8 horas... SOCORRO!!! Casi duermo con el bol debajo de la almohada... Esperando, como el que espera un parto inminente. Pero nada. 

Así que fue un lunes de lo más deprimente. Me marché al trabajo con la masa fea, triste y mustia.... Y con la moral por los suelos. A la vuelta del trabajo, preparé la comida, sin querer ni echar un ojo al "preparado" y aún así puse el horno a calentar... Iba a hornear hubiera lo que hubiera!! Menuda soy yo!! Os vais a reir, pero cuando eché mano a la masa, se había pegado toda al trapo. estaba hecha una pena, de verdad... me puse a llorar como una tonta!! Aún así, recordé el milagro de Su. Limpié bien el trapo. Le dí un par de palizas en la velocidad "espiga" de la thermomix con un puñado más de harina y la metí en el horno, dentro del envase de pirex. El resultado?? Vergüenza me da poneros la foto.... pero HICIMOS PAN. Aunque os confieso que ni subió el pan ni mi moral tampoco. 

Lo que sí consiguió elevarme la moral fue ver con qué ansia se comieron mis hijos ese "pan". Me decía el pequeño; "mamá, ahora ya estás contenta que te ha salido el pan. Está buenísimo, ¿cuando harás otro?" Casi me lo como (a él, claro)!! Y eso fue lo que me hizo no tirar la toalla... y seguir leyendo y estudiando... algo fallaba y tenía que descubrir qué era lo que hacía mal. 

Y se obró la buena acción del día cuando, mi buen amigo  Dr Muerte (panarra donde los haya) me mandó la información para ir a los cursos que organizaban The Loaf. Sin pensarlo, tardé como 10 minutos en hacer la reserva para el curso de Introducción a la Panificación Artesanal con el Gran Iban Yarza, en The Kitchen Club. De repente, los ojos me hacían chiribitas... Un gran Maestro para orientarme y resolver todos mis errores... Ahora sí. 


Doc no hacía mas que insistirme que estudiara, que llevara todo bien preparado al curso. Me mandó unos cuantos vídeos que me ayudaron mucho, pero sin tiempo ni ganas de fracasar otra vez con la masa... Así que fui al curso muy ilusionada y emocionada, pero con la cabeza baja y mucha humildad a confesar mis fracasos; "Ibán: soy tremendamente torpe con las masas"; esa fue mi presentación. "no te preocupes" fue su respuesta. 



 

El curso, una pasada. Es impresionante escuchar la pasión con la que Iban habla del pan. Empezó ya bien temprano con las explicaciones de lo que es el proceso de la panificación; pasó por harinas, aguas, sales, levaduras y, por supuesto, Masa Madre (yo que le sigo por el facebook había visto sus fotos de cómo iba transportando sus botes de MM por toda la geografía española, procurándoles alimento allí donde le pillaba, fuera la hora que fuera...). Importante destacar su filosofía; con cualquier harina se puede hacer pan, con cualquier agua -potable- y con cualquier sal... no hace falta nada especial (permítame que tenga mis dudas)... 


Y llegó el momento de meter las manos en la masa... Mi miedo iba en aumento (encima tenía a mi lado al Sr. Echanove, que aún imponía más) y comenzamos a repartir un pegote pegajoso para cada uno. Y así, frente a frente, seguimos a pie de la letra las indicaciones del profe; una rasqueta y un poco de movimiento decidido iban dando forma a esa masa. Tengo que deciros que todas estaban mucho más bonitas que la mía, pero yo ahí dale que te pego... Impresionante el siguiente movimiento; tomar la masa entre las manos, cogerla con decisión y con mimo y pegarle un buen estacazo contra la mesa y un volteo. Qué torpe!! no me sale... bueno, si; me va saliendo... El profe tiene paciencia (claro, es panadero!!) y me ayuda. Me indica cómo cogerla y como darle y voltearla. Suave movimiento de muñeca... Y cuarto de vuelta. Impactante lección de amasado. 

Pero si importante es esa lección, aún lo fue más para mi el ver, observar y escuchar lo que te pide la masa. Si quiere más golpe o si quiere descansar... Si está haciendo su trabajo el gluten... Saber ver y entender. Eso  para mí ha sido más que nada. Esa lección no tiene precio porque yo no la he sabido encontrar en los libros y creo que es básica para preparar pan. 

Terminado el curso, cada uno tomó su masa en una bolsa... esperando ansiosos meterla en el horno al llegar a casa. A mí me quedaba más lejos que a nadie... Fermentaría más que todas. Un poco aplastada en la maleta, todo el camino preocupada por mi masa. Al llegar al tren, la saqué y la puse a mi lado. La miraba y me miraba. Todo esto, a los que tenéis la costumbre de hacer pan, os parecerá una tontería monumental. A mi me lo parece, pero os cuento la purita verdad. 


Llegué a casa con la masa entre las manos. Había crecido bastante, la bolsa estaba hinchada como pidiendo escapar de allí. Con ilusión se la enseñe a los míos y puse el horno en marcha. La  tensé y "boleé" un poco, intentando seguir las instrucciones de mi profe y darle forma. La puse con todo el cariño sobre el papel del horno. Fuerte, bien caliente y con la bandeja preparada para hacer todo el vapor posible. Adentro!! Y agua al fondo... Y allí se quedó. Yo no quería ni mirar... apagamos la luz y salimos todos de la cocina. Menudo ritual. 

Enseguida sonó el ring del reloj de la cocina... no veáis cómo corrían los críos. Madre mía!! Qué PANACO! fue su expresión. En cambio, yo me quedé de piedra... Parecía que hubiera reventado por un lado!!! Y eso??? eso no me lo habían explicado. Rápida fue la respuesta; falta de fermentación y/o vapor. 
Bueno. Tenía hecho mi pan extremme con Masa Madre especial y con unas manos expertas. Pero no, no servía para la foto. 

Sin dudarlo un momento, acudí a tanto bote de MM que tenía aparcado en la nevera. Recordar... un refresco, otro por la mañana y la tarde del domingo dedicada a amasar con cariño y con ese ingrediente imprescindible; PACIENCIA. Sin prisa y con mimo... Tras un periodo de amasado y reposo, dejé la masa tal cual y nos fuimos de paseo... Genial! a la vuelta había cambiado como de la noche al día. Crecido y madurado hasta en el olor (no me beso porque no me llego). De verdad, no sabéis la ilusión que hace esto. 
La tomé, plegué y boleé y envuelta en un trapo como un bebé la metí en la nevera, con la tranquilidad de saber las cosas bien hechas. 

Al mediodía siguiente, a la vuelta del trabajo, nada más entrar puse el horno en marcha. Ni siquiera la había mirado... la saqué de la nevera sin destapar... pero se notaba mucho volumen. Impresionante vista al abrir el film. Hice un cortecito para ver, como nos enseñó Ibán, si por dentro estaban esas burbujas que indicaban una buena fermentación. Perfecto. Lo cerré con cuidado y lo puse sobre el papel del horno. Crucé dedos, manos, pies y todo lo cruzable de mi cuerpo y con decisión lo puse en la bandeja. Agua al fondo y varios rociados por las paredes del horno con la pistola de agua que usaba para la plancha... 

Sin enterarme siquiera del tiempo pasado, me avisa el olfato... Huele a pan...TOSTADO!! jo, no se puede ser más desastre! Se habrá quemado??? no. Está precioso. Grande y hermoso. Con una forma redondeada preciosa, y un poco moreno, eso sí. Pero os aseguro que esta noche he tomado una rebanada de pan que sabe a PANPAN y que para mi ha sido como saborear la gloria. Una gran satisfacción personal. 

En fin, todo este cuento viene a servir, no para daros una receta de pan, que no lo pretendo. Sino para animaros a que os pongáis manos a la obra. Si yo he podido, es porque se puede. Y también me sirve para dar las gracias en primer lugar a tod@s los que me habéis animado a hacer pan desde las redes sociales (@drmuerte @luislismo @PanarrasCom @tapas2punto0 @Susipedron y otr@s) y definitivamente, mi mayor agradecimiento, a Iban Yarza, que ha inoculado en mis venas el virus panarra al que pienso alimentar y hacer crecer con nuevos retos. 

Por cierto, ¿os he dicho que me encanta el pan retostadito? Mmmm !! ;) 









10 comentarios:

  1. me encanta el post jejejjjejj y te a quedado genial yo creo que no me voy meter a hacer esos panes me da yuyu jajajaa un besito

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    1. Todo es empezar, Nati... cuando te da, te da!! ya verás. Besos

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  2. Qué descripción más acertada! Yo estuve en el mismo curso, pero el domingo, y ya había visto en Twitter tu pan "reventón", jeje.
    Tengo una MM en el frigorífico y estoy deseando hacer un pan que sea desde el principio mío, pero mira que da reparo el tema... Hay que calcular cuándo se empieza el proceso...
    Veo que el tuyo ha salido estupendo, porque con las estupendas explicaciones recibidas... ¡A ponerlas en práctica, que nos enseñó un grande!
    En casa se ríen de las veces que pronuncio la palabra mágica "Masa Madre" jeje.
    Un saludo.
    Mayte

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    1. Un saludo, Mayte... HAcer algo tuyo es muy hermoso. Y si encima te lo comes, más!! jejeje. Besos y gracias por pasar por aquí.

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  3. Has visto como no era para tanto!!! jejeje todo era empezar y ponerse terca con la MM. La verdad es que te ha salido un panaco con pintaza total y desde luego que esas clases se notan mucho... A mi el pan me desespera mucho pero cuando sale un bien, merece la pena

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    1. Bueno... algo para tanto sí que era!! pero bueno, el que la sigue la consigue. Gracias Elena, tú también tienes algo de culpa!! Besos

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  4. Aplausos rabiosos... ¿Los oyes? me da mucha risa cuando dices "a los que hacéis pan os parecerá una tontería..." Yo no soy un desastre para las masas, me encanta amasar y toquetear también jajajaja. Pero me identifico con todos los nervios que describes. Tenías que verme mirando el horno cuando hacía el roscón, como si mirase la televisión. Me encanta tu crónica, me encanta la fotaza, ummmmmm casi puedo oler y saborear ese pan. Abrazos panarras desde el fondo de mi corazón...

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    1. Muchas gracias. Ha sido cabezonería pura y vuestro empuje... cuantas veces me has preguntado por mi MM? jajajaaa... un abrazo y espero recetacas de esos panacos q tú sabes hacer... besos

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  5. Esto se avisa... solo leer todo esto muero de envidia sana.... Joer menuda experencía... la próxima te dejo mi horno de leña y ya la gozas con el horneado!

    un saludo @caprichosDjorge

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  6. Mamen valla pinta tiene ese pan ,su sabor excepcional por lo que tu nos dices , pan como el que hacia mi abuela . Felicidades

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