La carne de las carrilladas es espectacular para mí. Me parece una carne sabrosa y tierna que con cualquier cosa sale buena.
Casi siempre las había preparado con vino tinto, o con ciruelas pasas, pero esta vez decidí cambiar para probar nuevas combinaciones y ésta salió bastante buena.
Como casi siempre, improvisar es mi tendencia, y utilizar lo que tienes en cada momento y conseguir que salga algo realmente sabroso me parece que es lo que le da a cada uno su punto en la cocina. Bueno, pues esto es lo que me ocurrió con éste plato; salió un poco sobre la marcha.
INGREDIENTES:
Carrilladas, limpias de ternillas y nervios.
Harina para rebozarlas.
Sal y pimienta.
Tomillo.
Cebolla picada
Carlotas
Dátiles
300 ml de caldo de carne
150 ml de coñac
Aceilte de oliva
ELABORACIÓN:
Primero limpiamos bien las carrilladas, quitándole las "ternillas", nervios y partes que luego puedan resultar incómodas de comer y estropeen el plato. Esta tarea puede resultar un poco pesada, sobre todo si tenéis muchas por hacer, pero al final merece la pena. Si tenéis confianza os lo puede preparar vuestro carnicero. Pero es laborioso.
Se salpimentan y rebozan en harina, eliminando el exceso de ésta, y se pasan por aceite bien caliente, para que queden bien selladas. No nesesitan freirse del todo, sólo que queden doradas, aunque por dentro queden crudas.
Una vez pasadas todas, en ese mismo aceite, que tiene los jugos de la carne y los restos de la harina, pochamos la cebolla y las carlotas, añadiendo, si os gusta, un par de dientes de ajo bien picaditos, para que luego no nos los encontremos.
Si la salsa os gusta espesa, podéis añadir, cuando las verduras estén pochadas, una cucharada sopera de harina, y revolver para que se fria bien. Y los dátiles, una vez deshuesados. El coñac y cuando hierva entonces el caldo de carne. Lo dejamos hervir un poco y se lo echamos por encima a las carrilladas que teníamos reservadas en una cacerola honda. El caldo debe cubrirlas, así que si no se cubren del todo, podéis añadir más caldo.
Rectificamos de sal y dejamos hervir juntos de tres cuartos a una hora, por lo menos. Comprobamos que las carrilladas estén tiernas, pero con cuidado de que no se deshagan y se desmenucen, porque nos estropearía la presentación.
Una vez que estén bien cocidas, las vamos sacando a una fuente. La salsa que queda con las verduras, las trituramos y se pone por encima o como acompañamiento.
Se pueden servir solas, o con patatas fritas o en puré, o con arroz blanco o como cada uno prefiera.
Servir bien calientes.
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